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En la búsqueda de mi crecimiento personal, me pregunte ¿Por qué dejaba de hacer cosas tan simples y fáciles que podrían traer un beneficio a mi vida? Meditando en esto y estudiando a personas de influencia, llegué a la conclusión que la construcción de hábitos es un proceso lento pero persistente, como las comidas preparadas en ollas lentas que después de 8 o 10 horas de cocción transforman los alimentos en platos con un sabor exquisito, del mismo modo la transformación lenta, llevada paso a paso de buenos hábitos tarde o temprano te hará volverte una persona exquisita.
Si comparamos los hábitos con sabores, podemos ver que se abre un impresionante abanico de ofertas para toda clase de paladar, esto pasa exactamente igual con las acciones rutinarias que realizamos cada día desde la mañana hasta el momento de acostarnos.
Me dejé llevar por el “Helado de Pereza”, aplacé el tiempo para realizar acciones que me ayudaban a reconstruirme como persona, sin embargo, siempre he tenido fuertemente sembrada la fuerza de voluntad, llevándome a crear nuevos hábitos saludables como la perseverancia, de esa manera retomo de nuevo esas acciones y las culmino.
Me caracterizo por tener ideas que vuelan muy alto y que se plasmen pronto, y al querer alcanzarlas rápido he tenido que tropezarme muchas veces, yo le llamo a estos tropiezos reflexionados “Mis incrustaciones de tiempo más brillantes de aprendizaje.” El problema es que cuando uno se desequilibra y cae, nos rodea un sabor amargo que nos hace abandonar esa idea.